A tal efecto se dispone a comprar esa tierra a su dueño, Efron del pueblo de los hititas y aunque este al principio ofrece dársela gratuitamente, luego termina cobrándole una suma exorbitante.
Luego encarga a su fiel esclavo y administrador, Eliezer, que busque una novia para su hijo Itzjak en su tierra nativa, Aram Naharaim.
Previamente le hace jurar que no tomara para el joven una mujer cananea pues este pueblo es de una gran iniquidad moral.
Eliezer viaja a Aram Naharaim rogando a Dios por una señal para identificar a la mujer destinada para Itzjak. Al atardecer, Eliezer llega a un pozo para saciar la sed de sus camellos y allí se encuentra con Ribka (Rebeca) a quien pide que le de agua para beber.
Ella no solo acepta dársela sino que también le ofrece agua para sus sedientos camellos. Su buen corazón e inteligencia convencen a Eliezer de que es la mujer adecuada para ser la esposa de Itzjak y madre del Pueblo Judío. Eliezer se inclina y bendice a Hashem por este acto de bondad para con su amo. Tras llevar a Eliezer a su hogar para conocer y tener la aprobación de su familia, Ribka emprende viaje con Eliezer hacia la tierra de Canaán. Itzjak se casa con Ribka y la conduce a la tienda que ocupara su madre y la ama profundamente. Este amor le consuela de la muerte de su madre.
Abraham se casa de nuevo con Hagar, que cambia su nombre por el de Ketura y tiene con ella otros hijos. Finalmente muere a la edad de 175 años siendo enterrado junto a Sara en la Cueva de Majpela, en Hebrón. Termina la parashá con una genealogía de la descendencia de Ismael.
Abraham, un ejemplo de vivir la vida con plenitud
"Y estos son los días de los años de la vida de Abraham, los cuales vivió..." (Bereshit/Génesis 25:7)
La redundancia en las palabras "los días de los años" en realidad sorprende pues hubiera sido suficiente con escribir "y estos son los días de la vida de Abraham", dado que en definitiva los días forman años.
El Gaón Rab Ticochinsky en su libro Guesher Hajaim (El puente de la vida), explica este tema haciendo la distinción entre el concepto de extensión de los días y de los años y el de extensión de los años sin días extensos.
Cuando se habla de extensión de años con días también largos, se esta haciendo referencia a una longevidad de años en donde cada uno de los días fue aprovechado como corresponde y por lo tanto también los días merecen ser considerados como extensos.
Tal como leemos en Mishlé (Proverbios 9): "Que se extiendan tus días y que te agreguen años de vida".
Por el contrario, en el caso de aquel hombre cuyos días fueron desperdiciados y permanecieron vacíos de todo contenido, no se puede hablar de extensión de los días. Aun cuando a pesar de todo haya llegado a la vejez, solo es posible decir de el, que mereció vivir largos años.
En el caso de Abraham nuestro Patriarca, cuyos días fueron ricos y plenos, se indica la doble expresión "los días de los años de la vida de Abraham".
Se cuenta sobre una ciudad en cuyo cementerio había profusión de placas recordatorias sobre las cuales se hallaba grabada la edad de los muertos, indicando la mayoría edades muy bajas. En una placa se había grabado la edad de alguien que murió a los veinte años y cincuenta días. En otra se registraba un muerto de treinta años y diez días y así con todas las placas.
Todo aquel que ingresaba a ese cementerio quedaba asombrado por la explicación brindada. "¿Por que mueren acá personas tan jóvenes?". Se les explicaba que en ese lugar acostumbraban a determinar la extensión de los días de los difuntos, calculando solamente como días extensos aquellos que habían sido aprovechados.
Si cada ser humano hiciera un balance de su alma, vería que el también se debe considerar un niño pequeño de acuerdo a este concepto, pues incontables días transcurren para el, sin aprovecharlos como corresponde.
En el Zohar se encuentra una aclaración maravillosa de lo descrito. Sobre el versículo 24:1 "Y Abraham anciano era, entrado en años (literalmente "venido en días"), se explica allí que todos los días, desde el momento mismo en que el hombre es creado y viene a este mundo, observan su cumplimiento y le advierten cada día que se comporte de acuerdo al camino de la Torá.
Y cuando llega un día en que, a pesar de las advertencias, el hombre comete una transgresión contra Su Creador, tal día permanece en el ámbito de la vergüenza y separado del resto de los días hasta que la persona hace Teshuva (se arrepiente). Si la persona tiene merito, ese día que había sido apartado, retornara a su lugar. Y cuando sean revisados todos sus días, aquellos en que hubiera cometido transgresiones sin haber hecho teshuva, esos serán restados del total. Pobre del hombre que acorto sus días delante del Santo Bendito Sea y no los elevo para coronarse con ellos en el Mundo Venidero a fin de que sirvan de vestimenta para su alma.
Observemos a Abraham, quien se comporto con integridad todos sus días y sobre el esta escrito: "venido en días" porque tuvo el merito, al partir de este mundo, de que con sus mismos días pudo llegar y envolverse en el mundo celestial, sin faltarle ninguno para que su alma estuviera vestida de honra.
Esto es literalmente lo que esta escrito: "venido en días" (Según el Tárgum de Midrashé HaZoar, extraído de Lekaj Tov, Bereshit, Pág. 126-127).Ni los placeres ni los bienes materiales ni los entretenimientos sin sentido serán los que agregaran vida y extensión a nuestros días sino los momentos de Tefilá (plegaria), estudio de Torá y cumplimiento de preceptos y buenas acciones. Con ese bagaje de tesoros espirituales debemos enriquecer todos los días de nuestra vida haciendo que cada uno cuente!
La Adquisición de la Gruta o Meará
Lo hecho por nuestros padres, es señal para nuestros hijos, dicen nuestros Sabios. Este dicho es el común denominador de todo el libro Bereshit y la respuesta sencilla y más exacta del porque de tanto relato.
Con lujos de detalles están escritas los diferentes acontecimientos que ocurrieron con nuestros Patriarcas y son fuente de inspiración para los comentaristas, aprendiendo de una forma u otra, que y como reaccionar en las tan variadas pruebas que Dios nos pone delante.
Uno de los temas de la Torá que como dijimos es tratado en detalle, es el entierro de Sara. Abraham Abinu al volver de la ofrenda de Itzjak, encuentra que Sara su querida esposa ha fallecido. De inmediato se pone en contacto e inicia tratativas para comprar el terreno de la Mearat Hamajpelá y que hoy se encuentra en lo que llamamos Hebrón. Como nos detallan los versículos, luego de algunas idas y venidas, finalmente Abraham compra en 400 monedas el terreno en cuestión. Como veremos en las siguientes porciones semanales Abraham también será enterrado allí, al igual que Itzjak y Ribka, Yaacob y Lea, sumándose a la pareja ya enterrada de Adam y Java, el primer hombre y la primera mujer.
¿Por qué la Torá pone énfasis en este tema?
El Eben Ezrá sostiene que la Torá quiere resaltar la importancia de la tierra de
Israel tanto para los vivos como para los muertos y además el Todopoderoso quería cumplir con su promesa de dársela toda a Abraham.
El Najmánides difiere con lo antes mencionado y dice que aquí quedó de manifiesto el favor de Dios a Abraham Abinu. Aquí se cumplió la promesa "y engrandeceré tu nombre, ya que los habitantes de Jet así lo llamaron aunque era un extraño y forastero en el lugar, Nasí Elokim, príncipe de Dios". Más aspectos suma El Najmánides como ser que aquí la Torá quiere que sepamos donde están enterrados nuestros Patriarcas y así darles el honor que merecen. También destaca que esta era una de las 10 pruebas. Ya que aunque Dios le prometió toda la tierra, tuvo que comprar un lugar para enterrar a su esposa y no se quejó aceptando todo por amor a Dios.
Profundiza el valor de la prueba por el hecho que la primera parcela que Abraham compra es para enterrar a su muerto y no para algo más feliz. Otros comentaristas ven en este párrafo la demostración halájica que el lugar de entierro hay que comprarlo con dinero, como Abraham que no quiso aceptar regalo alguno, así también termina diciendo el Jafetz Jaim.
El Jatan Sofer indica que por consiguiente aún la persona pobre debe hacer algún esfuerzo y dar algo.
Abraham compró de Efrón el Hitita un campo y una cueva en Mamre. Se trata de la Cueva de la Majpelá en Jevrón, donde enterró a su esposa Sara. “Te daré dinero por la tierra; tómalo de mí, y enterraré allí a mis muertos. Y Efrón contestó a Abraham, diciéndole…la tierra vale cuatrocientos shekels de plata…y Abraham pesó la plata para Efrón…” (Gen 23:13-16).
Durante el período del Segundo Templo, Herodes construyó una estructura (Haram) sobre la Cueva de la Majpelá para proveer un lugar de encuentro y oración.
Cada una de las plataformas de bloques de piedra (el más grande de 7.5 x 1.4 metros) está colocada 1.5 cms. más atrás que la que la que la sostiene, y su margen es más ancho que el de las otras. La superficie del muro está dividida por una irregularidad calculada de los puntos de unión y por llaves de bóveda o ligaduras dispuestas elegantemente (similares a las del Muro de los Lamentos en Jerusalén). La parte pavimentada dentro de la muralla también es de la época de Herodes.
En el siglo VI los pórticos ya estaban construídos alrededor de los cuatro costados. En el siglo X, un edificio que contenía un cenotafio (tumba simbólica) de José bloqueaba la entrada original. La entrada actual se abrió después en la muralla oriental. El edificio existente data del gobierno de Baldwin II (1118-1131). Los Canónigos de San Agustín descubrieron la Cueva de la Majpelá en 1119 debajo del pavimento herodiano. Judíos, cristianos y musulmanes solían visitar el área subterránea hasta mediados del siglo XIII. .B.jpg)
Para los viajeros a la Tierra Santa, Jevrón y la Cueva de la Majpelá siempre fueron puntos importantes. Benjamín de Tudela escribe sobre su viaje a Jevrón en 1173: “Y en el valle está la Cueva de la Machpelá, si un judío paga al guardián ismaelita, le abrirá un portón de hierro. De allí se desciende por unas escaleras con una vela en la mano. Al llegar a la tercera cueva se encuentran seis tumbas. Son las tumbas de Abraham, Isaac y Jacobo, y enfrente Sara, Rebeca y Lea”.
Los mamelucos (1260-1517), quienes expulsaron a los cruzados finalmente de Palestina, hicieron de Jevrón su capital de distrito en 1260, época en la cual aparentemente el asentamiento judío recomenzó perceptiblemente.
Parece ser que la actitud tolerante de los musulmanos hacia los judíos que había existido en los tiempos pre-cruzados no continuó con el retorno de los musulmanes a Palestina. En 1266 se decretó que los judíos no podían entrar a la Cueva de la Majpelá y este decreto se mantuvo vigente hasta el siglo XX. Los judíos no tenían permitido el paso más allá del séptimo peldaño de una escalera fuera del edificio.
Saladín agregó cuatro minaretes, de los cuales quedan solamente dos.
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La entrada al edificio por la escalera mameluca (1) permite ver las diferentes piedras del muro que conduce a la mezquita Djaouliyeh (2) construída en 1318-1320. El pasaje a través del Muro Herodiano (3) es de principios del siglo X, cuando se bloqueó la entrada original. La tumba de Sara (6) está más adelante. A la izquierda está la entrada a la mezquita. Tankiz el Mameluco, gobernador de Siria, decoró las paredes con planchas geométricas de mármol y es el responsable de la forma actual de los cenotafíos de Isaac (16) y Rebeca (15). El friso de mármol con la escritura decorativa es también de este período. El pavimento se inclina hacia la boca de tormenta Herodiana. Esta boca de tormenta indica que el lugar en una época no había sido techado. Del lado derecho del minrab (18) está el minbar, originalmente preparado para una mezquita en Ashquelón en 1091. Cuando Saladín quemó la ciudad, envió el minbar a Jevrón. Una puerta lleva a la mezquita de las mujeres (10), desde la cual se puede ver la tumba de Abraham del siglo IX. La entrada a la parte judía es a través de la mezquita (11). Las entradas en el muro herodiano que conducen a las tumbas de José (12) y la mezquita datan del siglo XIV. Los patios son de estilo mameluco y éstos son responsables por la forma de los cenotafíos de Jacobo (5) y Lea (4).
Durante el período del Segundo Templo, Herodes construyó una estructura (Haram) sobre la Cueva de la Majpelá para proveer un lugar de encuentro y oración.
Cada una de las plataformas de bloques de piedra (el más grande de 7.5 x 1.4 metros) está colocada 1.5 cms. más atrás que la que la que la sostiene, y su margen es más ancho que el de las otras. La superficie del muro está dividida por una irregularidad calculada de los puntos de unión y por llaves de bóveda o ligaduras dispuestas elegantemente (similares a las del Muro de los Lamentos en Jerusalén). La parte pavimentada dentro de la muralla también es de la época de Herodes.
En el siglo VI los pórticos ya estaban construídos alrededor de los cuatro costados. En el siglo X, un edificio que contenía un cenotafio (tumba simbólica) de José bloqueaba la entrada original. La entrada actual se abrió después en la muralla oriental. El edificio existente data del gobierno de Baldwin II (1118-1131). Los Canónigos de San Agustín descubrieron la Cueva de la Majpelá en 1119 debajo del pavimento herodiano. Judíos, cristianos y musulmanes solían visitar el área subterránea hasta mediados del siglo XIII. .
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Para los viajeros a la Tierra Santa, Jevrón y la Cueva de la Majpelá siempre fueron puntos importantes. Benjamín de Tudela escribe sobre su viaje a Jevrón en 1173: “Y en el valle está la Cueva de la Machpelá, si un judío paga al guardián ismaelita, le abrirá un portón de hierro. De allí se desciende por unas escaleras con una vela en la mano. Al llegar a la tercera cueva se encuentran seis tumbas. Son las tumbas de Abraham, Isaac y Jacobo, y enfrente Sara, Rebeca y Lea”.
Los mamelucos (1260-1517), quienes expulsaron a los cruzados finalmente de Palestina, hicieron de Jevrón su capital de distrito en 1260, época en la cual aparentemente el asentamiento judío recomenzó perceptiblemente.
Parece ser que la actitud tolerante de los musulmanos hacia los judíos que había existido en los tiempos pre-cruzados no continuó con el retorno de los musulmanes a Palestina. En 1266 se decretó que los judíos no podían entrar a la Cueva de la Majpelá y este decreto se mantuvo vigente hasta el siglo XX. Los judíos no tenían permitido el paso más allá del séptimo peldaño de una escalera fuera del edificio.
Saladín agregó cuatro minaretes, de los cuales quedan solamente dos.
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La entrada al edificio por la escalera mameluca (1) permite ver las diferentes piedras del muro que conduce a la mezquita Djaouliyeh (2) construída en 1318-1320. El pasaje a través del Muro Herodiano (3) es de principios del siglo X, cuando se bloqueó la entrada original. La tumba de Sara (6) está más adelante. A la izquierda está la entrada a la mezquita. Tankiz el Mameluco, gobernador de Siria, decoró las paredes con planchas geométricas de mármol y es el responsable de la forma actual de los cenotafíos de Isaac (16) y Rebeca (15). El friso de mármol con la escritura decorativa es también de este período. El pavimento se inclina hacia la boca de tormenta Herodiana. Esta boca de tormenta indica que el lugar en una época no había sido techado. Del lado derecho del minrab (18) está el minbar, originalmente preparado para una mezquita en Ashquelón en 1091. Cuando Saladín quemó la ciudad, envió el minbar a Jevrón. Una puerta lleva a la mezquita de las mujeres (10), desde la cual se puede ver la tumba de Abraham del siglo IX. La entrada a la parte judía es a través de la mezquita (11). Las entradas en el muro herodiano que conducen a las tumbas de José (12) y la mezquita datan del siglo XIV. Los patios son de estilo mameluco y éstos son responsables por la forma de los cenotafíos de Jacobo (5) y Lea (4).

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